Una columna pro salud mental

Por Manuel Rivera

Ya fuera porque BROMEABA o quería sincerarse, no hace mucho tiempo un amigo me dijo que, si CONTINUABA trabajando junto a mí, PRONTO TENDRÍA que DEMANDARME por DAÑO sicológico.

Durante muchos años ese comentario se almacenó en el sótano de mi memoria, hasta este día en el que estoy por expresar lo mismo con relación a mi diaria tarea de hurgar en las redes sociales, periódicos y sitios de Internet con contenido noticioso.

Ya sea por las necesidades de mi trabajo o deformación profesional ocurrida en el transcurso de cuatro décadas, continuamente estoy buscando noticias en todos los medios a mi alcance, exploración que muchas veces provoca que me vaya a dormir con severas preocupaciones adicionales a las de mi cotidianidad.

No, no se me ha olvidado que carezco del título de “pitoniso”, pero si todos los días me hundo en un universo informativo que me muestra el acelerado descenso de un tren hacia un puente caído, quizá pueda ser comprensible lo difícil que me es evadir imágenes recurrentes de ese convoy en el fondo de un precipicio.

Ahora que entiendo el señalamiento de mi amigo y colaborador acerca del daño mental que puede causar el medio ambiente laboral, deseo evitar en esta fecha temas como la verdad extraviada entre las mentiras de los bandos que transitan en la agenda electoral, paralela a la que tiene que ver con la sed, seguridad y salud de los mexicanos que no disfrutan las rentas provenientes de las franquicias políticas.

En esta ocasión también quiero esquivar otros temas frecuentes que amenazan con provocarme un cortocircuito cerebral. Entre ellos están los de proponer la transformación de una sociedad menospreciando la ciencia u ofrecer el regreso a un pasado de fracasos sin pedir siquiera disculpas.

Prefiero entonces dar paso a ciertos recuerdos que me gritan que no todos los dichos en el medio del cual comí son mitos.

Hay expresiones continuamente repetidas por algunas mentes que gustan acomodar sus experiencias en cajones pre construidos, que verdaderamente son leyes universales, tales como “En política, los vacíos de poder se llenan”.

Con relación a esa sentencia mi memoria “regurgita” otro principio universal para la conducción de muchos a cargo de pocos: la indispensable construcción de bases sociales.

Para la defensa de los grandes bastiones no basta contar con el trabajo de una sola persona, sino que es necesario provocar que una comunidad se apropie de la causa a salvaguardar, de tal forma que sea capaz hasta de envolver o blindar el motivo que la une por convicción o conveniencia.

En los 80 recibí la instrucción del director editorial del periódico nuevoleonés en el que trabajaba para entrevistar a vecinos de la colonia Treviño, sede de diversos prostíbulos, pese a su cercanía con el centro de la capital del estado.

Esas entrevistas tenían un objetivo muy claro: publicar una nota en la cual habitantes de la colonia exigieran a la autoridad municipal la reubicación de esos negocios.

En ese momento la relación del director del periódico con el alcalde era tan buena que estaba planeada la secuela de la nota para que, el mismo día de la publicación, declarara el presidente municipal que, de acuerdo con la exigencia vecinal, los burdeles de la Treviño serían trasladados lejos del primer cuadro.

Cuando llegué a cumplir con mi tarea jamás imaginé la sorpresa con la cual me encontraría.

La mayoría de las personas entrevistadas no sólo estaba de acuerdo con el funcionamiento de los prostíbulos, sino hasta ponderaba las ventajas de su vecindad.

Curiosamente, los ciudadanos que más beneficios observaban eran adultos mayores. Unos mencionaban los apoyos que habían recibido de propietarios de esos lugares para el mantenimiento de sus casas, mientras otros decían sentirse seguros porque personal de los negocios ponía orden y hasta evitaba riñas.

“No está mal que los muchachos tengan donde divertirse sin causar molestias a la gente”, recuerdo que declaró convencida una señora de avanzada edad.

¿Cómo terminó esa misión periodística? Finalizó con mi admiración al director editorial, que respetó el hallazgo y tiró a la basura el plan acordado con el alcalde.

Por eso hoy que lanzo un salvavidas a mi salud mental, confirmo que los vacíos de poder se llenan y que la base social, para bien o mal, es de quien sabe su importancia y la construye.

Tal vez esto podría tomarse en cuenta en el México actual. riverayasociados@hotmail.com

Manuel Rivera: Licenciado por el ITESM en Ciencias de la Comunicación, se especializa en la creación de contenidos. Tiene 40 años de experiencia en el periodismo y cuenta, entre otros, con diplomados en Mercadotecnia y Comunicación Política, Literatura Creativa, Tanatología, Primeros Auxilios Psicológicos y Acompañamiento a Víctimas de Desastres y Violaciones a Derechos Humanos. Tiene diversas obras literarias en preparación.

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